Los exfoliantes faciales ofrecen muchos beneficios para nuestra piel, comenzando por el hecho de que ayudan a mantener niveles óptimos de hidratación.
Con la exfoliación conseguimos eliminar todas las impurezas que representan un obstáculo en nuestra piel para cualquier principio activo que apliquemos. De esta forma, nuestros tratamientos hidratantes serán totalmente efectivos.
Además, exfoliar la piel ayuda en el proceso natural de regeneración cutánea. Así nuestra piel mantiene un cutis más suave, puede respirar y se regenera más rápidamente.
Con productos como la mascarilla facial exfoliante con aloe vera y ceniza volcánica el efecto es aún más notorio, ya que cuenta con ingredientes activos que intensifican esta acción regeneradora, así como también reducen los poros y consiguen una limpieza en profundidad.
El exfoliante facial también ayuda a la piel del rostro a recuperar su brillo y luminosidad naturales. De esta forma, no tendremos una cara apagada o envejecida, sino al contrario. Por eso se considera que la exfoliación ayuda a rejuvenecer la piel, a mostrarla con un aspecto más saludable, con mayor vitalidad.
Igualmente, sirve para calmar y aliviar la piel, sobre todo si utilizamos productos naturales como el aloe vera, que destacan precisamente por este efecto.
Antes de proceder con la exfoliación facial es importante tener todo preparado. Por ejemplo, la piel tiene que estar bien humedecida. Dedica un tiempo a lavarla y a la hora de secar aplica toquecitos con una toalla suave. De esta manera la piel se mantendrá húmeda y podrás aplicar mejor el producto.
Ten en cuenta que no necesitas mucho exfoliante, solamente el justo para aplicar en el rostro de manera uniforme (primero por la frente, luego la nariz y bajar por las mejillas hacia el cuello).
Si vas a exfoliar la cara, sobre todo en verano, asegúrate de que no la tienes irritada, con heridas o que hayas sufrido alguna quemadura. Por lo general, si acabas de tomar el sol no es conveniente este tratamiento.
La piel estará desprotegida y muy sensible, por lo que puede llegar a escocerte, dolerte o incluso a que se forme alguna herida.
En tus preparativos, no olvides utilizar una crema hidratante natural. Al terminar la exfoliación debes lavar con abundante agua la cara para retirar el producto y aplicar esa crema. Como hemos indicado anteriormente, al eliminar las células muertas, ahora cualquier producto hará más efecto.
Generalmente es recomendable exfoliar la piel de la cara una vez a la semana. No obstante, debes valorar el efecto que consigues y cómo reacciona tu piel en cada tratamiento.
Si notas que se vuelve demasiado sensible o que se enrojece fácilmente, espacia más la aplicación del exfoliante, aproximadamente a una vez cada 10 o 15 días.
En cualquier caso, también es importante evitar la exfoliación excesiva. Aunque no notes ningún efecto negativo, no es prudente exfoliar la cara demasiadas veces a la semana, dado que a la larga puedes provocar rojeces e irritaciones, así como sequedad en la piel.
Además, en verano la prevención es muy importante. Por ese motivo, nunca debes olvidar la protección de tu piel, pero sobre todo si has realizado una exfoliación facial. En estos casos la piel está completamente expuesta a la incidencia del sol, por eso es tan importante contar con fotoprotectores adaptados a las necesidades de cada fototipo de piel.
De hecho, una vez realizada la exfoliación facial no es recomendable tomar el sol de forma inmediata, ni siquiera con protector solar. Mejor ese día disfruta de la sombra y mantén tu piel lo más protegida posible.