En algún lugar al sudoeste de Marruecos, diferentes cabras se encaraman a los árboles comiendo las hojas del aliado más preciado de la cultura bereber: el argán, un fruto que crece exclusivamente en las inmediaciones de la ciudad de Essaouira y cuyo uso y propiedades dan la vuelta al mundo.
Además de ser utilizado como combustible por los locales, el argán y su aceite suponen uno de los productos más demandados gracias a sus muchas propiedades: antioxidantes o vitaminas A y E que actúan como perfecto hidratante para la piel, acondicionador o como anti-envejecimiento, además de ser un aliado clave para problemas de piel seca o el acné.