El aloe vera es
muy útil en muchos productos cosméticos o de higiene personal. Incluso podemos
sumarlo a nuestra alimentación, como suplemento vitamínico.
Tiene muchas utilidades, pero no debemos olvidar que también
es una planta. Como tal, mucha gente
escoge plantarla en casa y disfrutar de ella, de su exótica flor, su porte
elegante y también su característico aroma.
En caso de que te interese tener tu propia planta de aloe vera en maceta en casa, te ofrecemos
estos consejos, para disfrutar de ella el máximo tiempo posible y cuidarla todo
lo que necesita.
Para sembrar aloe
vera en maceta, lo primero que tienes que escoger es una época del año
adecuada, así como un entorno propicio para su desarrollo.
La planta de aloe aguanta
bien el calor y, de hecho, lo necesita, pero tanto el frío como las
temperaturas demasiado elevadas, van a hacer peligrar incluso su supervivencia.
Las estaciones de
otoño y primavera son las más adecuadas. Pero si crees que hace demasiado
frío o calor en el exterior, siembra la semilla de aloe vera en la maceta y
deja que crezca en el interior.
Puede tardar en
crecer unos 4 meses, dependiendo de la variante de aloe. Algunas plantas en
30 días ya están desarrolladas completamente.
Al plantar aloe vera
en maceta, asegúrate que la semilla tiene hasta 50 cm de profundidad para
seguir creciendo. Va a ser necesario, tanto para que el riego se transmita
bien, como para que la planta pueda desarrollarse cómodamente.
La frecuencia de riego es muy importante. Es cierto que la planta no necesita mucha agua, pero
si escoges riegos más frecuentes con poca cantidad, conseguirás que su
crecimiento sea más fuerte.
Durante las épocas de bajas temperaturas, como otoño e
invierno, con un riego al mes, puede ser
suficiente. En primavera aumenta esta frecuencia a dos veces al mes y, en
pleno verano, procura regarla semanalmente.
Esta planta es una de las más resistentes, pero aún así son
necesarios unos mínimos cuidados del
aloe vera en maceta, si queremos que nuestra planta dure todo el tiempo
posible.
Recuerda que la planta de aloe es una incondicional de la luz
solar. No importa si la dejas crecer en interior o en exterior, procura que disfrute luz natural todas las
horas que pueda, pero no en una exposición directa, sobre todo si es
verano.
Si sus hojas están perdiendo
el verde a favor de un tono marrón, significa que se está quemando por
exceso de exposición. No dudes en usar en estos casos un pulverizador de agua y
cambiarla de sitio.
La temperatura ideal del aloe vera es de entre 17 y 27 grados. Es decir, un
clima suave tirando a cálido, en el que ni sufra por frío o heladas, ni tampoco
por unas temperaturas demasiado altas.
Por último, no
olvides aportarle los nutrientes que necesite para seguir creciendo. Un
sustrato dos veces al año puede ser clave, para que su desarrollo sea óptimo
por muchos años.
Hay varios motivos
por los que trasplantar tu planta:
·
Se le ha quedado pequeña la maceta de aloe vera.
·
Prefieres que se desarrolle con total libertad
en un espacio de tierra natural, como un jardín.
·
Le han salido "hijos" y quieres
trasplantarlos a otra maceta.
En todos estos casos, el
trasplante debe hacerse de forma correcta, para que la planta no sufra ningún
daño.
Para trasplantar
estos "hijos" del aloe vera, espera que tengan al menos 8 cm de
altura. Con solo tirar del tallo saldrán fácilmente. Realiza esta acción sin
dañar la raíz de la planta original de aloe vera. La de estos
"vástagos" será como un tallo blanco y más grueso.
Trasplantar la planta
original de aloe vera no es mucho más complicado. Simplemente tenemos que
inclinar la maceta y separar poco a poco la planta del tiesto. Intenta no dañar
la raíz y traslada con mucho cuidado la planta a un nuevo hueco que hayas
preparado, en tierra o en maceta con tierra.
Una vez colocada, tapa
con más tierra los huecos que hayan podido quedar a su alrededor y con el
fin de que la planta quede lo más estable posible.
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