La cúrcuma, conocida bajo el nombre oficial Curcuma longa, es una planta herbácea que pertenece a la familia de las zingiberáceas, originada en el suroeste de la India. Además de para la alimentación, también se aprovecha para el cuidado de la piel por los numerosos beneficios que ofrece.
Su capacidad para estimular la producción de colágeno y acelerar la generación de nuevo tejido ayuda a frenar los signos de envejecimiento, como las manchas en la piel. También inhibe la producción de melanina, aclarando así señales de hiperpigmentación y problemas similares. La cúrcuma ofrece una gran efectividad ante enfermedades cutáneas como el acné, ya que puede detener el crecimiento de bacterias y calmar áreas ya afectadas, por sus propiedades antiinflamatorias. También es efectiva por estas propiedades para tratar problemas como eczemas o la psoriasis. En pieles opacas o apagadas, aprovecha su capacidad para estimular la microcirculación en la piel e incentivar un cutis más fuerte y saludable. Al mismo tiempo, con esta propiedad puede combatir los círculos oscuros alrededor de los ojos. Con todas estas propiedades, la cúrcuma se presenta como un ingrediente clave en muchas mascarillas y otros productos que la aprovechan en su composición.