La aloína es una antraquinona, compuesto orgánico con sabor amargo que es popularmente conocido por tener propiedades laxantes. La aloína, a su vez, está formada por dos compuestos conocidos como aloína A y aloína B, cuyo conjunto se conoce como barbaloína. De los aproximadamente 300 tipos de aloe existentes, en 60 de ellos está presente la aloína, aunque con niveles de concentración diferentes.
La aloína puede verse físicamente al cortar una hoja de la planta de aloe vera. Tiene un aspecto líquido de color amarillento y forma parte de lo que se conoce como látex del aloe, junto a otras muchas sustancias.
En procesos de extracción del gel del aloe, la aloína se retira dado que no es recomendable ingerirla por sus propiedades laxantes y otros efectos físicos relacionados. Sin embargo, la aloína sí está presente en productos de acción tópica por las propiedades que ofrece para la piel, gracias en parte a sus efectos bactericidas, antivirales y analgésicos.
La aloína es un componente importante a la hora de aplicar en tratamientos de acné y psoriasis, entre otros. No obstante, en algunas pieles demasiado sensibles puede provocar alergias o irritaciones, por lo que los productos que incluyan aloína no son recomendables para personas que tengan piel extremadamente seca, madura o muy sensible.