El Aloe Vera
parece que está en tendencia como parte de nuestra higiene y cuidado diarios
desde hace unos años. Pero en realidad su origen es muchísimo más antiguo y sus
propiedades fueron reconocidas por nuestros antepasados, prácticamente al
instante de descubrir esta planta.
En este artículo queremos compartir contigo una parte de
esta historia, del origen del Aloe Vera
y de cómo ha llegado a nuestras vidas, qué impacto tiene en ellas y cuánto le
debemos.
Empecemos por su significado. El nombre de Aloe Vera se compone por las palabras "aloe"
y "vera", que tienen significados distintos.
"Aloe" tiene identificado dos orígenes etimológicos. Por un lado se le vincula un origen
árabe, cuando se quería hablar de una sustancia amarga. Por otro lado, también
tiene un origen griego, que está relacionado con el mar.
Por su parte, "vera"
es más fácil de seguir a nivel etimológico. Es una palabra que procede del
latín y que significa "verdadero".
Por tanto, su
significado no es simbólico, sino literal. Nuestros primeros antepasados,
intentaron describir las inusuales características de la planta al
identificarla. Un jugo que sale de las hojas (sábila) de sabor amargo, así como
gran abundancia de agua en su interior.
El Aloe Vera llegó a
España a través de la tradición árabe. Los mercaderes fenicios extendieron
la comercialización de esta planta por todo el arco mediterráneo, incluyendo la
Península Ibérica.
Pero no nos adelantemos tanto, esta planta tiene unos
orígenes mucho más antiguos. Las primeras referencias a ella se remontan a
Mesopotamia. Concretamente hay registros en unas tablas de barro de la época de los sumerios en el 2.200 a.C.
Lo primero que se descubrió del Aloe Vera, fueron sus propiedades curativas sobre todo
ligadas a la digestión. Lejos de vincularlo a ninguna ciencia médica, nuestros
queridos antepasados lo tenían claro, era magia y por tanto era una planta
procedente de los dioses.
Su extensión pasó
rápidamente de Grecia a Egipto, donde supieron exprimir aún más sus
propiedades y ensalzaron aún más su reconocimiento.
Creían que era una
planta que daba la inmortalidad, así que se convirtió en un elemento
clásico de las ceremonias funerarias.
Pero en vida también era utilizada. Servía sobre todo como anti inflamatorio y analgésico, dos
propiedades que a día de hoy siguen siendo de las más destacables en cualquier
producto con Aloe Vera.
Siguiendo con esta expansión de la planta, el Imperio Romano también la aprovechó
como herencia griega y egipcia. Hay registros de aproximadamente el siglo I
d.C. en los que se vincula al Aloe Vera propiedades curativas y cicatrizantes,
además de las ya conocidas para zonas con inflamación o problemas intestinales.
Los médicos romanos ampliaron su uso, hasta relacionarlo
(con acierto) con problemas en la piel
como el acné o las quemaduras solares por insolación.
Tenemos hasta
registros en Asia, donde el Aloe Vera es utilizado en diversas técnicas
médicas, como planta curativa de pacientes que presentaban dolor o alguna
lesión física.
Lo que no está del todo claro es cómo el Aloe Vera llegó a América. Para algunos historiadores, fue
llevada desde España a partir del descubrimiento de Cristóbal Colón. Otras
teorías apuntan que mayas y aztecas ya la utilizaban como veneración a los
dioses.
Hasta el siglo XX, en realidad, la planta de Aloe Vera tenía más misticismo que base científica.
Las primeras investigaciones se dieron en la década de los años 30, con el Dr.
Collins como principal exponente.
El respaldo científico derivó en comercialización, que se disparó en los años 70. Un
descubrimiento de un farmacéutico llamado Bill Coats, permitió separar la
aloína y añadirle vitaminas C y E, entre otros elementos. Comenzaba el mercado
de aloe. Solo una década después, países de Centro América y América del Sur promovían
la creación de plantaciones, para su exportación mundial.
En lo que se refiere a España, el Aloe Vera cultivado en nuestras tierras sí que es algo más
reciente, ya que se produce en la última década del siglo XX.
Las regiones del sur son las que mayores plantaciones
tienen, destacando Málaga y Cádiz en
Andalucía. En Islas Canarias también
hay un cultivo importante de esta planta cobrando mayor importancia la isla de Lanzarote.
No obstante, desde inicios del siglo XXI, su cultivo ha ido
en crecimiento y en España es fácil
encontrar muchos profesionales dedicados a ello. El clima óptimo de toda la
Península, junto a los recursos actuales para su desarrollo, permiten que en el
país el cultivo de Aloe Vera cada vez esté más extendido.