Siempre se
habla del uso del aloe como elemento fundamental en el ámbito de la cosmética.
Sin embargo, son muchos los beneficios que se pueden aprovechar también de esta
planta como alimento en nuestra cocina. Y prueba de ello, es que son ya varios
los chefs que se han atrevido a incluirla como nuevo ingrediente en sus
creaciones gastronómicas, debido a sus propiedades gelificantes, estabilizantes
y emulgentes.
Al introducir este producto en nuestras comidas, hay que tener en cuenta que la cantidad diaria recomendable no debe superar nunca los 100 mililitros, ya sea en jugo o en pulpa. En cuanto al modo de empleo, se aconseja antes de tratarlo en la cocina, pelar las hojas y dejar la parte viscosa y fibrosa, es decir, la pulpa, en remojo toda la noche con una pizca de sal para que pierda ese sabor amargo que le caracteriza. La planta suele estar en su mejor estado para cocinar cuando se encuentra entre los tres y cinco años de vida.
Otra opción
es adquirir el aloe directamente en grandes supermercados o tiendas
especializadas, que lo ofrecen ya preparado y listo para el consumo,
vendiéndolo en forma de gel o tacos.
Esta
milagrosa planta puede convertirse así en un ingrediente estrella de nuestra
mesa, especialmente en esta época estival, ya que su uso empieza a ser
frecuente en la elaboración de salsas y vinagretas para ensaladas, o en bebidas
refrescantes como cócteles y smoothies, dándoles un toque muy especial.
Incluso, recientemente se ha empleado como sustituto de la harina en platos
aptos para celíacos.
Para concluir, les mostramos a continuación una receta fresca y sencilla con aloe, ideal para estos meses calurosos de verano, con la que les animamos a introducir este producto en sus menús diarios.
Ingredientes:
En primer lugar, cocemos el arroz, y una vez que esté listo, picamos el pimiento morrón y las aceitunas. Tras ello, mezclamos todos esos ingredientes en un bol y añadimos una cucharada grande de mayonesa, una cucharadita de mostaza, salsa de soja, sal y pimienta al gusto. Acto seguido incluimos un poco de gel de aloe vera apto para el consumo humano, que previamente habremos pisado en un mortero. Creado el relleno, lo iremos colocando en el interior de los tomates ya vaciados. Por último, aderezamos de nuevo con un poco de aceite de oliva y especias al gusto.